Juan el Osito y el Shapirus: Leyenda
JUAN EL OSITO Y EL SHAPIRÚS
El curita de La Jalca,
conocedor de la enorme fuerza y gran espíritu de Juan Osito, un día le llamaron
y le dio el siguiente encargo:
Anda a la cueva de Cátuc,
golpea una puerta que hay ahí y luego pídele al señor Shapingo un documento que
tiene que entregarme.
Sucede
que este curita había firmado pacto con el diablo y, como ya se cumplía la
fecha de su vencimiento, quería recuperar el documento para salvar su alma.
Te daré mucho dinero y una mula
bonita si traes lo que te digo - ofreció el curita.
Juan
Osito fue a la cueva de Cátuc con toda tranquilidad para cumplir el encargo.
Golpeó la puerta. Y esperó, en vano, que alguien la abriera. Volvió a golpear
una y otra vez; pero nadie respondía. Entonces tocó con más fuerza e
insistencia. Al fin, salió una vieja bruja con semblante terrorífico, quien
preguntó con voz colérica:
¿Qué quieres muchacho? ¡Qué
atrevimiento es éste?
Necesito hablar con Shapirús -
respondió muy tranquilo, Juan Osito-, es sobre un documento del curita.
Él está descansando, pues
recién ha llegado de viaje y está un poco mareado - replicó más enojada todavía
la vieja.
Y
quiso cerrar la puerta en las narices de Juan Osito; pero éste dio un fuerte
empujón, haciendo que la vieja cayera de espaldas. Luego entró indagando,
mirando por aquí y por allá.
El
salón era muy espacioso y estaba elegantemente amueblado. En las paredes había
muchos cuadros con retratos. Y sentado en un sillón, al fondo, roncaba
Shapirús. Su cola serpenteaba debajo de las sillas. Sus cuernos eran todavía
pequeños y su aspecto era el de un hombre atlético y de pelea.
Rapidito
se dirigió Juan Osito a su lado y empezó a palmearle en la espalda:
¡Compadre,
compadrito, despierta! - le susurraba.
Shapirús,
algo sonámbulo y cansado, abrió los ojos. Al ver a un individuo extraño en su
palacio se sorprendió muchísimo; pero lo disimuló muy bien. Y con un aliento de
tragos cortos preguntó:
¿Quién
eres? ¿Qué quieres?
Vengo
por un documento del curita y lo necesito cuanto antes. Pues estoy bastante apuradito
- respondió Juan Osito.
Al
verlo todo tranquilo, sin nada de miedo, Shapirús se sorprendió más y quiso
reaccionar, levantarse de su cómodo sillón. Pero Juan Osito fue más
ágil y con su filudo sable le cortó un pedazo de su oreja.
¿Me
das el documento o lo llevo tu oreja al pueblo?- le amenazó al cornudo.
Shapirús
no quería entregar el documento; más bien se puso a rogar a Juan Osito para que
le devolviera su oreja. Pero éste tampoco quería ceder. Así, después de tanto
discutir, a Shapirús no le quedó más remedio que entregar el documento.
Antes
de salir de la cueva, contento de su triunfo, Juan Osito se despidió
de Shapirús con palmaditas, ante la mirada atónita de la bruja. Llegó al convento
y le entregó el documento al curita, quién no podía salir de su asombro.
Luego
cobró la recompensa por sus valiosos servicios y, además, recibió la bendición
del curita.
Autor:
Napoleón Culqui Valdez
Obra:
“Las Aventuras de Juan Osito El Jalquino”
Juan el Osito y el Shapirus: Leyenda
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20:08
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